A
83 años del Primer Despacho
El pasado lunes se cumplieron 83 años del
primer despacho de esa incipiente industria cementera
que nacía en Sierras Bayas, que por entonces
se llamaba Compañía Argentina de
Cemento Portland y que en la actualidad pertenece
a la firma Loma Negra Ciasa.
Fue el 11 de febrero de 1919, una fecha que siempre
fue motivo de celebración y que incluso
dio nombre a una calle de la localidad. El aniversario
ya no tiene el significado alegórico de
otros años y por el contrario, lleva a
la gente a preguntarse con temor si no está
por llegar la fecha del último despacho.
Porque para desgracia de Sierras Bayas, en los
últimos años ocurrieron varios factores
adversos, tanto en lo económico con el
aumento de una crisis generalizada, como la construcción
de la planta L'Amalí o la llegada de grupos
empresarios extranjeros a una industria que casi
no afrontaba competencia.
Todo ello obligó a que se redujera el plantel
de operarios en la fábrica local, utilizándose
un sistema no traumático de prejubilaciones
o acuerdos de retiro, qué, de todos modos
llevaron a integrar el índice de la desocupación
a cientos de sierrabayenses.
En estos momentos la planta está prácticamente
parada. Hasta hace poco la actividad se reducía
al secado de escoria que se traía húmeda
desde la Planta de Villa Alfredo Fortabat, para
trasladarla nuevamente -ya seca- a Loma Negra.
Los molinos se ponían en marcha cuando
había pedidos de cementos especiales (Super,
ARS, Petrolero, etc.) y entonces se molía
el clinker que se traía de L'Amalí.
Pero ahora estos cementos se están fabricando
en otra planta de la misma empresa. En Sierras
Bayas sólo se hace algo de cemento a granel
(ya no funciona la "embolsadora" y obviamente
tampoco el sistema de "paletizado")
y se lo cargan los propios transportistas mediante
un sistema automatizado en los pocos camiones
tolva que entran a cumplir pedidos de algunos
clientes. Esas son las causas que mantienen la
fábrica serrana funcionando mínimamente,
pero la carga a granel resintió la industria
de, fabricación de las bolsas de papel.
. De los más de mil operarios que supo
contener la empresa local en Ios años cincuenta,
ahora sólo quedan una treintena, tal vez
menos. La mayoría son mensualizados y el
resto obreros con cobertura sindical, lo que también
redujo casi a cero la actividad de este gremio
nucleado en la Asociación Obrera Minera
Argentina (AOMA).
Además, los hornos de la fábrica
de Sierras Bayas están apagados, las canteras
de La Providencia están cerradas y los
grandes volquetes que hacían el trayecto
para traer la piedra ya no circulan.
Los turnos de trabajo se cumplen con horarios
de 4 a 12 y de 12 a 20, aunque de noche sólo
se requieren dos operarios, uno de ellos en la
usina y un capataz, porque la fábrica aún
alimenta de energía al sector del barrio
Parque, la parroquia, la escuela, el Club San
Martín y la comisaría.
Como corolario de esta situación, el ferrocarril
tampoco llega desde hace meses a Sierras Bayas.
Por ese medio se traía combustible, yeso
y escoria -estos dos últimos materia prima
complementaria para la fabricación del
cemento- y la formación luego retornaba
con carga a granel.
En relación con esta fecha, el sitio de
Internet, sierrasbayas.com.ar -en el sector "noticias"-
exhibe más de 180
fotografías de los primeros obreros de
la cementera, en una forma de homenajearlos.
Ellos fueron pioneros y responsables -desde 1919
hasta 1954- de la puesta en marcha y posterior
funcionamiento de la principal industria que tuvo
la localidad.
Resulta interesante recorrer dicha página
web, porque allí los pobladores actuales
pueden encontrar en el artículo la imagen
de un familiar o de un antepasado, además
de disponer de un amplio espacio dedicado a todo
tipo de novedades referentes a nuestro pueblo.
En este 83er. aniversario, la nostalgia y la historia
obligan a recordar la fecha, pero la localidad
se encuentra inmersa en un cono de sombra por
un futuro incierto. La economía local siempre
estuvo atada en gran medida a la cementara y ahora
llegó el tiempo para la reflexión
y buscar otros medios de sustento, porque el humo
de las chimeneas ya no está. Pero la vida
debe continuar.
Carlos Sottile
SIERRAS BAYAS |