Al
llegar al pueblo, descubrió que no todas sus
calles eran asfaltadas, que no había luz eléctrica
en la totalidad de las mismas. Aun no existían
agencias bancarias, ni sala de primeros auxilios,
aunque si existía la de la Compañía
de Cemento Portland. Si pudo apreciar que había
una escuela, la 14, que había una iglesia,
dos clubes, una oficina de teléfonos que funcionaba
en la casa del Sr. Biaggini y una ofician de correos
y telecomunicaciones, cuya correspondencia llevaba
en sus colectivos dos veces por día.
De
su trato personal con la gente del pueblo surgieron
grandes amistades. Por nombrar algunas: con los
Sres Ronchi, dueño de un taller mecánico;
Toffoletti, industrial; Hector Ranero, comerciante;
Fuzzi y Cuiñas, comerciantes, Ruiz, peluquero,
los hermanos Veyrand y Zuccaro y la familia Duarte,
propietarios del terreno donde se emplazaba el galpón
que albergaba los colectivos frente a la plaza principal.
Don
Ramón fue padrino del parque de juegos infantiles,
Domingo Faustino Sarmiento.
De
las muchas anécdotas que hay sobre su permanencia
en nuestro pueblo, su hijo manifiesta una que lo
impactó muy tristemente y la guardó
en su memoria hasta el fin de sus días. Cuenta
que el director de la escuela 14, el Sr Buschini,
regresaba de un viaje. Cuando desciende del colectivo,
frente a la escuela, dijo sentirse descompuesto
y fue auxiliado por Cirigliano, aunque no pudo evitarse
que falleciera instantes después.
Don
Ramón estaba casado con Argentina Cazabet
y tuvo dos hijos; Horacio Ramón y
Blanca Esther. Y sabemos que al menos tuvo
dos nietos, y uno de ellos es Horacio Santiago
Ramón Cirigliano que si bien no conoció
a su abuelo sabe como todas las personas que lo
conocieron que fue un Señor con todas las
letras.
Falleció en La Plata, el 4 de agosto de 1972.
Fuente consultada: Hombres buenos de mi pueblo
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