EL PREJUBILADO
Dios me llenó de virtudes,
y no se van a escapar,
porque las voy a grabar
en el centro de mi pecho,
es un premio al ser derecho,
honrado, trabajador,
es un pimpollo, una flor,
que llevo con alegría,
y al empezar nuevo día,
se lo agradezco al Señor.
Me crié al lado de un fogón,
porque trabajé en estancias,
pero tuve la constancia,
de masticar el dolor,
y se me dio la ocasión,
que fue mi gran alegría,
manejar tecnología;
y así pasaron mis días,
siempre en manos de patrón.
Hoy soy dueño de mi vida,
que está a mi disposición,
es un premio al gran valor
que tuve toda la vida.
Hoy van pasando los días,
que están rodeados de amor,
y sin pedir un perdón
de todo lo que he vivido,
y en mi último suspiro
decirle: ¡gracias Señor!
Carlos Tohane
Sierras Bayas
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